Worth Lassiter se había pasado la vida cuidando de sus hermanas.
Ahora, todas estaban felizmente casadas y él era libre. Libre para tener todas las aventuras con las que había soñado. Hasta que Elizabeth Randall y su pequeño entraron en su vida...
Elizabeth se había convencido a sí misma de que lo último que necesitaba era un marido. Pero no podía ignorar la sonrisa de su bebé cada vez que Worth se acercaba. Y tampoco podía negar que sus besos eran algo especial. De todas formas, no iba a ser ella quien atrapara a Worth. A menos, claro, que eso fuera exactamente lo que él deseaba...